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El patrimonio cultural es un valor insustituible, constituye la tradición de un pueblo, de sus ciudadanos, identifica a una sociedad. Lo constituyen diferentes bienes que pueden ser tangibles o intangibles, los cuales poseen características estilísticas, utilitarias, decorativas, afectivas, naturales y se constituyen en un bien heredado, producto de la creatividad, del arte, de la naturaleza y de la acción social. Su promoción y defensa no es sólo una tarea de los gobiernos, es una misión colectiva con la finalidad de mantener esos lazos que fortalecen a los individuos y a sus localidades porque es sin duda la memoria de la humanidad, es el eje central de la identidad, del sentido de pertenencia. Por ello, debe ser apreciado y difundido en todos los espacios y especialmente en las instituciones escolares.

jueves, 30 de octubre de 2014

La instrucción en El Hatillo

A propósito del inicio de las actividades escolares, es oportuno recordar la historia de la instrucción en El Hatillo, sus instituciones educativas donde varias generaciones de hatillanos se han formado y me permito el atrevimiento de mencionar a algunos docentes que de una u otra manera influenciaron nuestra actividad académica.
A pesar de las solicitudes y diligencias de los vecinos desde 1833, las autoridades no disponían de recursos suficientes para mantener a un preceptor que enseñara las primeras letras.
Pero tres años después, cansados de las negativas de la municipalidad, los vecinos se organizaron y lograron reunir la mitad del salario y la mitad restante fue asumida por el Cabildo de entonces, que alcanzó para la educación de 20 niños. El primer maestro de El Hatillo fue Don Manuel María Escalona, luego Clemente Díaz trabajó en esa primera escuela hasta 1844.
Pero la instrucción pública formal solo se consolidó en la comunidad hatillana en la segunda mitad del siglo XX, porque la educación oficial pública y gratuita en Venezuela aún no era una prioridad.
Lo importante en esa época era la producción agrícola, así que en El Hatillo y sus grandes haciendas a duras penas se aprendía las primeras letras y números básicos. En un anexo de las casas grandes, los hijos de algunos trabajadores, repetían y copiaban las lecciones.
En ese momento no había mayor interés en la formación académica, estudiar era un sueño imposible para muchos. Por eso la historia de nuestro pueblo solo registra, en 1945, como primer bachiller hatillano a Don Lisandro Fagúndez.
Coincidiendo con ese logro, inicia sus actividades el Colegio Conopoima, cuando el General Eleazar López Conteras, Presidente de la República,  en representación de la C.A. Ariel y su junta directiva,  venden de manera simbólica, el terreno y la casona para instituir una escuela rural con el nombre del Cacique aragüeño, por cien bolívares.
Durante esos años, el director fue el profesor Martínez Coll.
Muchos hatillanos nos formamos en las espaciosas aulas de la Conopoima, rodeadas de hermosos árboles. Su trayectoria nos llena de particular orgullo y nostalgia.
Cabe mencionar a otras grandes instituciones educativas públicas que han hecho, junto a sus estudiantes,  de la educación uno de los valores de nuestro territorio hatillano. En El Calvario la Escuela María May, y la Manuel Cajigal en el pueblo de El Hatillo y en El Arroyo el Liceo Juan de Escalona.
Las escuelas rurales de La Unión,  La Hoyadita, Turgua, La Mata, El Peñón, Los Naranjos, Sabaneta mantienen paisajes y algunas dificultades de las zonas agrícolas, como detenidas en el tiempo, por la misma situación de antaño, falta de interés y presupuesto público para mejorar su infraestructura. 
Los detalles históricos, de cada una de estas instituciones hatillanas, podríamos compartirlos en el futuro. Así como de las instituciones educativas privadas, que hacen vida en El Hatillo, como los Colegios Claret, Merici, Andes, Caniguá, entre otros, y la Universidad Nueva Esparta, donde se ha formado profesionales que llenan de orgullo a la comunidad.  
Finalmente, deseamos expresar nuestro respeto y admiración a todos los docentes, colegas, de nuestra población, a todos ustedes que hacen su trabajo con dedicación, vocación de servicio, fe en su labor, empatía y valoración de su entorno.
Especialmente deseamos compartir con ustedes estimados lectores, un reconocimiento a los maestros y maestras que nos formaron en la escuela Conopoima, Mireya, Celina, Francisca, Alberto,  Cecilia, Nelly, Carmen, Marleni. Y a los del "Juancho" Medina,  Sabater, Thaís, Briceño, María Gabriela, a todos ellos mil gracias.
Para concluir, qué les parece si comparten por nuestra cuenta en Twitter con la etiqueta #MiColegioDeElHatillo Cuál fue su colegio en El Hatillo y el nombre de un docente que recuerden con especial afecto?
Hasta el próximo cuento hatillano!

miércoles, 11 de junio de 2014

El Hatillo 230 años de historia.


La identidad de El Hatillo como pueblo y parroquia eclesiástica se logró, gracias a la organización vecinal, la cual fue impulsada por un gran ciudadano, Don Balthasar De León García.
La fundación de El Hatillo se concretó, gracias a las diligencias que realizó éste importante personaje de nuestra historia local, ante las autoridades civiles y religiosas de la época colonial, el 12 de junio de 1784 cuando se reconocen y establecen los linderos del territorio hatillano.
Balthasar De León llega a El Hatillo en 1773 tras el presidio en Cádiz, realizando su primer aporte como líder comunitario con la construcción de la Capilla de El Calvario, en 1776. Recordándonos con esa iniciativa, que el verdadero liderazgo unifica esfuerzos y construye para el presente, con fe, empeño y agradecimiento, pero siempre con visión de futuro.
Y es que Balthasar De León es hoy más que nunca, un ejemplo a seguir. Su entereza y entusiasmo proactivo nunca disminuyó, ni cuando fue encarcelado con su familia por defender el primer concepto de patria libre e independiente de la corona española, ni al encontrar sus posesiones, en Panaquire, completamente destruidas. Situación que lo lleva a dirigirse a un lugar montañoso cerca de Caracas que llamaban "Sitio del Jatillo", un humilde paso de arrieros que viajaban desde los Valles del Tuy hacia Petare donde se habían asentado un grupo de isleños, amigos y familiares de nuestro fundador. 
El espíritu emprendedor de ese agricultor y visionario, hizo posible la unificación de una comunidad para lograr su autonomía y su desarrollo, especialmente con el cultivo del café en sus fértiles tierras.
Todo ello lo logró Balthasar, con el apoyo incondicional de su esposa Doña Ana Francisca Pérez de León,  y si le parece conocido ese nombre, tiene usted razón, esa ilustre dama hatillana fue quien donó la casa y el primer aporte económico para la constitución del hospital, que lleva su nombre, en la comunidad de Petare.
Pero además de organizar a la comunidad hatillana, en pro de su autonomía y crecimiento económico Balthasar donó, con su primo Juan Isidro Pérez García, los terrenos para la construcción de la Iglesia Parroquial, la plaza mayor y las calles que conforman la cuadrícula central del pueblo, organizándola en parcelas de 12 x 25 metros, para que en ellas se edificaran las casas y así, garantizar el beneficio común de todos los habitantes del pueblo.
Por ello, el esfuerzo de Balthasar De León, y el de los vecinos de entonces, constituyó las bases de una población que en todos sus principales momentos históricos ha defendido, los conceptos fundamentales de la libertad y la fe como garantias de desarrollo.
Para finalizar, hago votos para que nunca se nos olvide, estimado vecino, ese esfuerzo de voluntad, generosidad, constancia y ese profundo sentido de pertenencia de nuestros ancestros, que cumple ya, 230 años.
Feliz cumpleaños querido pueblo de El Hatillo.
Virgen de Fátima en El Hatillo, un regalo de fe.

A mediados del siglo XX la inmigración lusitana llegó a Venezuela, para formar familia y futuro con esfuerzo,  dedicación y trabajo. 
Y El Hatillo, con sus fértiles tierras y potencialidad comercial, fue un destino atractivo para éstos nuevos vecinos que con su trabajo y costumbres enriquecen la valiosa diversidad cultural del municipio.
En ese sentido, los hatillanos de origen portugués, celebran las festividades en honor a la Santísima Virgen del Rosario de Fátima, cada mes de mayo desde hace 31 años.
Para ello, la Iglesia Parroquial de Santa Rosalía de Palermo se viste con miles de flores y la hermosa imagen de la Virgen de Fátima se coloca sobre el soporte donde se traslada, en procesión, por las principales calles del pueblo.
Las actividades religiosas como el Rosario de los niños, la Misa solemne, asi como la difusión de expresiones de la cultura de Portugal como bailes, música y gastronomía son organizados por los integrantes de la Cofradía de Fátima, quienes velan por la calidad de cada detalle de la festividad.
Para finalizar, queremos expresarle a cada una de esas personas que se dedican a la realización de tan significativa tradición, nuestro más emocionado agradecimiento por compartir tan valiosa expresión de la fe, durante el último fin de semana de mayo.
Recuerden que los esperamos en El Hatillo,  pueblo de fe y libertad.
 Cruz de Mayo en El Hatillo

En El Hatillo se celebra la Cruz de Mayo desde la época de la fundación del pueblo, ya que siendo una comunidad de agricultores, al comenzar la época de lluvias se preparaba la tierra para la siembra. Para ello, se realizaba el adorno de la cruz con flores y frutos, se cantaban fulías y se festejaba el inicio del ciclo agrícola.
Como monumento permanente a esa tradición, se erigió la Cruz que pueden apreciar en las imágenes, en la Calle 2 de mayo del pueblo El Hatillo, ella honra a nuestros fundadores y su trabajo incansable por constituir una población de progreso.
Éste año, nuevamente, los integrantes del Encuentro Hatillano recordaron la importancia de ésta conmemoración, adornando e iluminando la Cruz y efectuando actividades relacionadas a la conservación de ese elemento tan importante del patrimonio cultural de El Hatillo.
Hernán Villalobos, Flor Monsalve y Bartolome González Liendo

La autora